Los llamados trastornos del comportamiento y también los cuadros clínicos psiquiátricos son estrategias de supervivencia del alma, que intenta reaccionar ante un entorno desquiciado, ante lesiones y ante la propia constitución interior. El alma también está herida en las personas físicamente discapacitadas. Precisamente porque el alma quiere curarse, reacciona para activar sus poderes autocurativos. Busca caminos y conexiones sustitutivas, porque la energía no puede fluir por los caminos preestablecidos. "En el aquí y ahora”, aunque tengamos un pasado y un futuro, la vida sólo puede experimentarse en el momento. El momento que se abre ante nosotros a través de una buena comida, de reír con los amigos, de abrazar a un animal, de los olores del verano, del aroma de la lluvia recién caída o de moverse, bailar y emocionarse. Son las pequeñas cosas las que significan felicidad y las pequeñas atenciones las que traen la paz interior.
Una niña pobre se queda huérfana sin tener a dónde ir y más posesiones que la ropa que lleva puesta y un trozo de pan para comer que le había dado un alma caritativa. Por el camino la niña se encuentra con un hombre que le pide que le de algo de comer, y ella le da el pan; luego con un niño que tiene frío en la cabeza, y ella le da su gorro; otro niño que tiene frío, al que le da su chaqueta; un niño al que le da su falda; y finalmente llega a un bosque cuando ya es de noche, dónde un niño le pide la camisa y ella, pensando que como estará oscuro nadie la verá, se la da. Cuando la niña se queda sola en el bosque comienza a caer estrellas del cielo, que se convierten en táleros. La niña los recoge y nunca más fue pobre.